Muchas veces, los papás y mamás que acuden a consulta, me preguntan por qué sus  hijos no hacen caso cuando les dicen que no a determinadas cosas. Se preocupan por la falta de constancia en sus hijos para obedecer cuando les dicen qué deben o no hacer. Ahí es cuando nos ponemos a valorar las diferentes formas de establecer normas en casa.

 

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Para empezar, hablemos de límites.

En ocasiones, pensamos que el decir no o poner límites está reñido con la idea de querer a nuestros pequeños y  pequeñas. Esto no es para nada así. Los niños necesitan límites en los que desarrollarse. La falta de ellos puede hacer que se sientan perdidos, desconcertados y sin saber qué hacer en cada momento.

Los niños, constantemente, van a intentar sobrepasar las normas establecidas, con ello aprenden hasta dónde pueden llegar en la relación con los adultos y cómo.  En los límites establecidos, podrán desarrollar sus habilidades y estrategias sin salirse de las normas.

El miedo a poner límites

Es importante tener unos  límites claros y coherentes que compartan y pongan en práctica los adultos. Los límites han de ser realistas y respetuosos con la integridad del niño.

No hace falta ser autoritarios o tiranos para poner normas. Algunos papás y mamás tienen miedo de parecer demasiado estrictos si ponen normas o si siempre es que “no” a algo. Si ponemos un límite, éste tiene que ser siempre el mismo, porque si no cometemos el error de caer en el “ahora sí, ahora no”.

A esto se le llama Refuerzo Intermitente. No saber cuándo tendremos el refuerzo (ya que a veces aparece y a veces no), nos llevará a repetir la conducta una y otra vez con la esperanza de que en algún momento,  llegue ese refuerzo. Por este motivo, hay que ser constantes y  coherentes.

Cómo poner límites

  • Deben ser claros y concisos. A veces caemos en el error de poner límites confusos y poco específicos. “Tienes que portarte bien”, pero ¿y qué es portarse bien?  Si no queremos que hagan algo, es mejor decirlo de forma concreta.
  • Intentar que la transmisión de esas normas, sea de forma positiva. Para ello, siempre es mejor decir qué pueden hacer en vez de resaltar el “No”. “Sin gritar” en vez de “no grites” o “ve despacio” en vez de “no corras”.
  • Como hemos dicho, ser consistentes. Si una norma se instaura, siempre será la misma y no la aplicaremos de forma arbitraria. Recordad, no debemos caer en el refuerzo intermitente.
  • Explicarle que las normas son para ellos, que no se ponen porque sí. Explicarles el sentido de dicha norma es fundamental.
  • Anticipar las consecuencias de incumplir las normas. Con ello, estaremos fomentando el aprendizaje acción-consecuencia y la toma de decisiones, además de su autonomía y el respeto.

 

Qué tener en cuenta

  • Dar opciones: Cuando queremos que el niño haga algo, podemos darle dos opciones para que sienta que tiene capacidad para tomar decisiones y tiene el control. No obstante, las opciones estarán limitadas a lo que el adulto quiera que se haga en ese momento. ¿Qué pantalón quieres ponerte, el rojo o el azul? ¿Qué prefieres bajar a la calle, la pelota o el patinete?
  • Mantener la calma y ser firmes: Los niños nos toman como modelo, por ello si transmitimos nerviosismo y alzamos la voz, por ejemplo, pueden interpretar que para hacernos respetar, hará falta gritar y perder los papeles. A menudo es difícil mantener la calma, pero recordad que su resistencia no es algo que hagan para hacernos daño o molestarnos, son niños y quieren “Salirse con la suya
  • Dar alternativas: Tenemos que darle a los peques opciones de comportamiento. Si hacemos esto, les ayudaremos a desviar su atención de lo que no queremos que hagan, hacia aquello que pueden hacer. “Ese es el reloj del abuelo, no es para jugar, se puede romper, pero puedes jugar con este muñeco”. Si ya es una actividad que involucra a mamá o a papá, será genial. “El sofá no es para saltar, pero puedes bailar en la alfombra con mamá”.
  • No juzgar: Es importante dejar claro que lo incorrecto es la conducta que tiene el niño. Conseguimos así, separar la conducta del ser y podremos prevenir que se sientan rechazados. “Estás teniendo un conducta mala”, en vez de “eres malo”.
  • Respetar las emociones del niño: En muchas ocasiones les decimos que no tengan emociones y les reprimimos por ello. Es mejor reconducir la expresión de la emoción que intentar inhibirla, ya que las emociones son algo importante que nos acompañará toda la vida. “Entiendo que te enfade, pero pegar no es la solución” en vez de “No tienes que llorar por eso, llorar es de lloricas

No olvidemos reforzar

Cuando nuestros pequeños apliquen bien las normas, es importante reforzarles por su buen  hacer. No olvidemos que la motivación que  llega de parte de los padres, es muy fuerte y que si queremos que continúen así,  no debemos dar por sentado que es lo que “deben hacer”. Con ello, haremos que los niños pienses que la atención está cuando lo hacen mal, pero no cuando lo hacen bien. Por ello el refuerzo debe llegar en momentos positivos para motivar en el cambio y en el aprendizaje.

Importante

Cuanto más coherentes y constantes seamos, mejor resultarán los límites para los niños. Al final terminarán entendiendo que hay normas, que son importantes y que hay que cumplirlas siempre. Con ello también estaremos fomentando que sean capaces de comprender no sólo las normas de casa, sino otras muchas que van a ir encontrándose a lo largo de su vida.

Tener normas y ser constantes, no implica ser inflexibles. Es importante que los niños aprendan el valor de las normas, sin olvidar la importancia de ser creativos y flexibles. Las normas y límites no son lo mismo que la rigidez.

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